viernes, 30 de septiembre de 2011

29 septiembre. Dejamos atrás Husavik

Y nos vamos dirección Reykjavik. Pero nos quedan muchos días antes de llegar a la capital.


La noche ha sido de viento fuerte, tanto que la casa de madera de 1900 parecía que se partía por la mitad. Qué miedo!. Amanece medio despejado pero la mar está brava, nada que ver con el día anterior. Nos queda desayunar hoy fuerte, mangar un tenedor que nos hacía falta para la cena, y recoger todo y poner rumbo al Oeste.


De este viaje, aunque no hemos cumplido fielmente lo previsto, hemos dejado un día de comodín por si algún sitio nos gustaba mucho, o el clima nos la jugaba. Llegando a este punto tenemos el día comodín, y junto con otro en el que pensábamos parar a medio camino, nos vamos a subir para los Fiordos del Oeste, tan desconocidos como salvajes.

Antes de recorrer el primer kilómetro, casi nos metemos en un buen lío. Las gasolineras aquí, como en otros lugares civilizados, tienen para meter la tarjeta de crédito y para pagar. Así tú mismo te echas gasolinas y pagas a cualquier hora del día o noche. Esta vez no nos reconoce como de fuera y el aparato nos pone todo en islandés. Metemos el ping que en islandés se dice....ping, y nos vuelve a hacer una pregunta donde pone ping, ...pues digo yo que no lo habrá pillado bien antes. Vuelvo a poner el ping pero no era el ping, sino la cantidad de dinero que queríamos pagar, y por tanto el número de litros que entrarán. Cuando elegí en pin, hace más de diez años, ya pensé que esto podría pasar. Total que el depósito se nos quedó casi lleno, perfecto para continuar el viaje. Qué hubiera pasado con pines de 6 cifras? Estaríamos dando vueltas todavía a Husavik para consumir la gasolina? Se me abren las carnes de pensarlo.


Con este asunto solucinado, seguimos el viaje. Hoy es día de carretera y paradas cuando los sitios nos reclaman. Por lo general los días amanecen despejados pero por la tarde se van cubriendo de nubes por lo que las vistas más bonitas están siendo por las mañanas. Por la tarde generalmente hay lluvias y a veces algo de frío (que no estamos pasando prácticamente).

De camino pasamos por la segunda ciudad más grande de islandia: Akureyri. Es una ciudad muy cuca situada en la orilla de un fiordo, y con pinta de tener vecinos que no van descalzos precisamente. Tiene un puerto con muy pocos barcos y casitas de estas de madera o chapa pero muy cucas. Todo limpio y una luz como no podía ser de otra manera limpia y bonita. Es una ciudad muy colorista y como detalles curiosos es que los semáforos en lugar de discos rojos tienen corazones rojos. El invierno debe ser frío y hay que hacer algo para alegrar las mentes.



Cuando empezamos el viaje, pasábamos por lugares extraños que nos sobrecogían un poco. Eran sitios inquietantes. Ahora, 1400 km más adelante, nos inquieta un paisaje cuando no vemos ovejas. Qué habrá ocurrido en una zona para que no haya ovejas? Una guerra nuclear? Cuando no hay ovejas, no nos bajamos del coche. Nos da miedo.

Ya metidos en día gris y lluvia, enfilamos la carretera que te lleva hacia los Fiordos, hacia la localidad de Holmavik. En este pueblo no hay nadie por las calles. Hay un hotel y una casa de huéspedes, que compiten por un aspecto horroroso. Por suerte entramos a preguntar a la oficina de información, y una chica muy amable, se pone muy muy muy pesada en que sigamos con el coche que como en media hora llegamos a un hotel que está tó guapo. A nosotros no nos hacía la idea de seguir por estas carreteras que son a veces de asfalto a veces de barro (eso sí con muy buen firme). La chica se pone muy muy muy pesada que sigamos y cojamos una pista on the rrrrrrrrrrrrrrrrrrich (a la derecha) y q en media hora llegamos a un lugar precioso, un hotel "in the country side" (en el campito). Tras su insistencia le hacemos caso, y llegamos a un hotel muy chulo, tipo cortijo, pero con una sorpresa muy agradable. Tiene a 50 metros un río de agua caliente. De una grieta de la roca sale el agua a 41 grados, y esta gente se ha montado una piscina de agua caliente natural y al laico hay dos pozos que tienen el agua más caliente.


Ni llevamos las mochilas a la habitación. Directamente a la pisci. Qué gozada después de un viaje largo poder darte un baño de agua caliente, mientras te está lloviendo. Qué lujo para el cuerpo y la mente. Además hay que añadir que viajando en estas épocas, no hay nadie por lo que tienes todo para ti.



Hoy el plan es seguir por la costa bordeando toda la cresta norte con sus fiordos, por una carretera buena, y cuando nos cansemos nos volvemos a este hotel a darnos un bañito. El día está gris y hoy estamos de tranquis en este hotel perdido en un fiordo tan precioso. Oye, y qué agradable es aquí la gente.

Os seguiremos contando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario