domingo, 25 de septiembre de 2011

25 de septiembre. Tiramos a Husavik

Tal y como está el tiempo, y sin tener nada programado con precisión, decidimos no quedarnos mucho más tiempo por esta zona. Hoy queremos ver la cascada Svartifoss, una de las más bonitas y fotografiadas de Islandia, que se encuentra en el PN de Vatnajökull, un inmenso montañón lleno de glaciares que resbalan por sus laderas y que está lleno de rutas para recorrerlos a pie.



El día comenzó mal, como los días anteriores pero tuvimos premio. Dejó de llover justo el tiempo que tardamos en llegar a la cascada. Este paseo ha sido una delicia. Se nos ha metido bien dentro de los pulmones el olor del otoño de aquí por el camino que lleva a la cascada y que dura unos 45 minutos. La ventaja de venir en esta época es que no hay ni un solo turista, y la mayor parte del tiempo estás solo. En verano en estos sitios tienes que pedir la vez.


Como hacía buen tiempo y era un gustazo pasear por estos senderos otoñales, nos pasamos por una granja abandonada, Sel, que no nos más que unas preciosas cabañas con el tejado lleno de turba, como aquí se construian antaño. Ahora según la guía es un museo. Abres la puerta y entras. No hay nadie que te diga nada. Entras lo ves, cierras y te vas, pero por favor deja tu nombre y de dónde vienes en el libro de visitas. Hace unos días en este sitio se quedaron a dormir 4 montañeros de Cádiz. En el libro dejaron escrito que muchas gracias por la noche que pasaron, pero qué miedo daba esta casa. y es que en un piso superior hay unas camas de madera al estilo granjero donde puedes pasar la noche, eso sí, si eres valiente pq lo cierto es que de día daba terror pasear por los pasillos oscuros, estrechos y de madera. Los dos pensamos en que si en España dejas abierta una casa así, a los dos días está llena de basura, quemada y con grafitis por todas las paredes. Aquí estaban hasta las camas hechas por si algún montañero necesita refugio. Qué diferentes somos por desgracia.



Nos metemos en el coche y descarga la nube que tenemos arriba, pero nos dice...paro un poco, veis el glaciar y vuelvo. Y así fue. Nos dimos un paseito por uno de los glaciares que van valle abajo, y nos deleitamos con los colores azules del hielo. Si no lo ves de cerca no te haces a la idea.
Eran las 12 de la mañana y ya llevábamos unas cuantas cosas vistas. Y nosotros pensando qué haría un españolito cualquiera en una mañana de domingo como esa a esas horas.



El siguiente paso de obligada parada es el lago Jokulsarlon. Entre punto un punto vamos mirando a todas partes. Todo es bonito aquí. Todo es raro y cambiante. Y si entre las nubes espesas se escapa un rayo de sol, te deja un paisaje de obligada parada en la cuneta. Cada dos por tres la luz cambia y nosotros paramos, por lo que los trayectos se hacen interminables pero increíblemente bonitos.

El lago es inmenso y está lleno de trozos de hielo flotando del glaciar. Puedes pasear por sus orillas o te pudes meter en un bar a comer un bocadillo junto con unos 20 japoneses que esquilman un puchero de sopa caliente. Nosotros elegimos lo segundo. Qué bien nos sentó el bocata prefabricado. El paseo por el lago lo dejamos para cuando vengamos en veranito.



Son las 13. Cuántas cosas vistas ya, y cúantas nos quedan por ver....

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