viernes, 23 de septiembre de 2011

Apatrullando por el Sur

Salimos del hotel. Nos despedimos del Elfo que teníamos por hotelero, y juramos por todas las cosas que volveremos. Con el coche cerrado, o no, según nosotros queramos (pq ya sabemos cómo se cierra), nos dirijimos hacia el Sur, pero por carreteras buenas. Aquí las hay asfaltadas y no asfaltadas. Si nos damos un golpe en una no asfaltada, el seguro del coche no paga, y nosotros le juramos por el mando a distancia del coche, que no nos vamos a salir del asfalto ni para dormir.

Mira por ahí pone a Sguftansopveijlkkvier, pues tira pallá. Volantazo y ya estamos en el lío. Ya no sabemos por donde vamos. A la aventura que se llama. Juramos que íbamos a comprar un mapa de carreteras de aquí, hecho por gente de aquí....pero pa qué, si con este de promoción que nos han regalao ahora mismo, vienen pintadicas en rojo muy bien.



Vamos bajando al Sur, y no se puede negar que esto está lleno de volcanes. A un lado y otro de la carretera solo ves lava solidificada, repleta de musgo. Cuando te dicen que este paisaje es lunar o marciano no te haces a la idea. Pero a pocos kilómetros del aeropuerto te encuentras una especie de estepa desierta, con fondo de lava y con chimeneas volcánicas que dejan escapar vapor. El día que empezó gris y con fina lluvia, ahora nos fríe el jepeto con un solazo que nos hace sacar las gafas de sol. A unos cuantos kilómetros delante de nosotros vemos una gran nube blanca posada sobre la tierra. Es el lago azul, que viene a ser la piscina de una central térmica enorme, y donde todo el que viene por estas tierras se da un baño y se pringa la cara con los lodos. Nosotros esta visita la hemos dejado para el final del viaje.



Pues las carreteras están bien. Qué exágerados en las guías. Ni cien metros del comentario y el asfalto desaparece y nos metemos de lleno en pista de tierra. El paisaje es espectacular. A nuestra derecha el mar, plateado, el cielo con nubes grises y algunos claros que hacen que el agua se vea a manchas blancas, esmeralda y plata. A nuestra izquierda unas montañas impresionantes, todas ellas forradas de musgo y dejando escapar de vez en cuando el humo de su interior. Y un olor a azufre que se hace bastante notable. Y así, cambiando de carretera asfaltada a camino de cabras vamos avanzando, muy despacio, y parando cada vez que vemos alguna oveja de estas de aquí, que son peluches gigantes.



Los nombres de los sitos son irreproducibles, por lo que creo que vamos parando solo en los sitios que podemos leer, recordar o pronunciar. Selfoss, Skoga, Vik.....

Hasta la próxima entrada

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