sábado, 1 de octubre de 2011

Holmavik. Fiordos del Norte. 30 de septiembre.

Un posible título para esta entrada de este día podría ser: Encantadores-Focas-Luz-Viento.
Encantadores pq la gente de este país es así. No nos hemos encontrado con un mal gesto ni con un gesto serio. Todo son facilidades, sonrisas y dejarte tranquilo. Los dueños de este hotel son especialmente amables y simpáticos. Viendo cómo tienen decorado esto ya te puedes hacer una idea de cómo son. Así comenzamos el día, hablando con ellos mientras nos daban unas indicaciones de qué carreteras podíamos coger y cuales no.


Hoy tocaba hacer unos 240 km hasta una población que está en la otra punta de esta cabeza de dragón que son estos fiordos. No queda otra que ir bordeando los fiordos, primero por una ladera, y luego por otra. Si esto estuviera en España ya tendrían unos estupendos viaductos kilométricos que acortan las distancias. Y luego unos túneles que te hacen todo mucho mas sencillo. Y llegas en un periquete. Y claro, una línea de AVE por fiordo que el tiempo es oro. Aquí no hay nada de eso. Ni siquiera hay tren. Los ríos bajan tan limpios que puedes beber de cualquiera, y no hay ninguna presa. Los salmones pueden elegir por qué río subir a las montañas. Los puentes en las carreteras son de un solo carril, y si viene alguien de frente, te esperas hasta que pase en la orillita.


El día amanece como casi siempre con algunas nubes pero con sol. El campo está precioso, tapizado por plantas rastreras que lo llenan todo de amarillos, naranjas, ocres, rojos y morados. Cuando se escapa un rayo de luz por entre las nubes es imposible no parar a ver el paisaje tan bonito que tienes delante.


Pronto nos metemos en los fiordos. El primero de ellos tiene según nuestro cuentakilómetros, 40 km. 20 por orilla. Pero esto es tan bonito que no te cansas de ver lo mismo. Cada segundo cambia la luz, y en un mismo paisaje hay miles. Solo ver el cielo, con sus diferentes formas y colores ya es todo un espectáculo.


Paramos en una de estas bahías a descansar, a ver y a oler, pq esto huele a naturaleza que echa patrás. Nos detenemos en una especie de puerto que tiene unas casitas del año la polka, con esos tejados cubiertos de turba que nos resultan tan bonitos. Qué tranquilidad encontramos en este sitio. Como siempre nos quedamos hipnotizados con la luz cambiante. A nuestras espaldas un ruido fuerte en el agua nos hace pensar que un pez muy gordo a dado un buen salto. Miramos y solo se ven las ondas de bicho que hace poco ha salido por allí. Volvemos a mirar y una cabeza con ojos humanos nos está mirando. Mejor dicho no nos quita ojo de encima. A su lado sale del agua otra cabecita con dos ojos enormes y unos bigotes también enormes. Esta bahía está llena de focas que han salido a vernos. Constantemente se meten en el agua y salen por otro punto, pero siempre nos miran. Allí estuvimos un buen rato con ellas, viendo lo bonitas que son, pero nos teníamos que ir.


El viaje sigue, fiordo tras fiordo y vemos de vez en cuando a nuestras eternas ovejas por todas partes, pero de vez en cuando vemos focas en las orillas rocosas. También, cantidades ingentes de patos que nadan tranquilos por estas orillas. No sabemos qué especies son estas, pero son preciosos, y verlos nadar en estas aguas tan limpias y cristalinas los hace todavía más atractivos.



El viaje continua hasta Sudavik, punto en el que paramos a echar gasolina, y se nos vino encima una gran nube blanca que nos engulló, y nos trajo un viento que nos hizo volvernos lo antes posible por lo que pudiera pasar. Un electroduente nos hecha gasolina, pq esta máquina solo atendía tarjetas islandesas y nos volvemos a nuestro hotel. Nos quedan 200 km deshaciendo lo andado pero esta vez entre el fuerte fuerte viento que nos hace reducir la velocidad, parando de vez en cuando a fotografiar las luces de esta tormenta, y acumulando cansancio de este viaje de 500 km entre fiordos, que solo se calmaría con un lujoso baño en el pozo de agua caliente que tenemos a dos pasos del hotel.


No hay comentarios:

Publicar un comentario