martes, 4 de octubre de 2011

Reykjavik

Hemos pasado el primer día completo en la capital del Reino. Como nos imaginábamos y pudimos ver ayer esto es supertranquilo. La ciudad que puede recorrer un turista se limita a una calle. Ahí están las principales tiendas y muchos restaurantes y locales nocturnos. Al final del día te has recorrido la calle varias veces y has entrado en montones de tiendas.


Ayer llegamos cansados y además el apartamento k, tan cuco que es él, nos atrapó. Es tan bonito y tan acogedor con su calorcito saliendo por el suelo, y su techo como de troncos cortados, que al final no salimos anoche.



Hay muchas tiendas de productos de diseño. Nos las llevaríamos enteras, pero solo nos hemos podido llevar algunas cosas. Hay muchas de ropa, pero más o menos acabas viendo lo mismo en todas, que viene a ser prendas de lana de oveja de aquí, como gorros, guantes, chaquetas, y todas ellas con un dibujo como de triángulos de diseño único para todo el país. No hay más diseños. Te hartas de verlos pares en la tienda que pares. Esta mañana en una de estas tiendas nos han preguntado que si éramos de Finlandia, nada más y nada menos. El tipo de la tienda ha escuchado el español de los sudamericanos, pero no el de España, y nos dice que se le parecía más a lo de Finlandia que a otra cosa. Nos hemos reído un rato.



La ciudad es como de calles estrechas, con poco tráfico, casas bajas y de colores. Cuando llega el invierno y no ves el sol en meses, o ves algo de color o te entra el sorongo aquí. Cosas que ver, pues como mucho la catedral que más parca no puede ser un una especie de barco vikingo de metal que hay cerca del puerto. El gobierno es como un refugio de montaña enano, y cerca está el palacio de la música, que un poco más futurista. El resto callejones con sus colores y grafitis y no mucho más. En uno de estos callejones del Reykjavik profundo hemos escuchado...oye manué que vamo a preguntá al camarero zi ezta noshe hay argo....y por un rato la cabeza nos ha dado la vuelta. Qué impresión escuchar estos acentos gaditanos por estas latitudes.



Casi lo más bonito que se puede hacer es subir a la planta 8 de la catedral para ver la ciudad desde la altura. El ascensor está justo a la entrada y hay un cartel que tienes que ir a la tienda del final del pasillo a pagar por subir. Cuenta la leyenda que desde que hicieron la catedral sólo han pagado unos chiquitos de La Coruña.... Pobriños. Nosotros subimos by de face, of course.


La gastronomía no nos ha calado. Solo hemos comido bien en el Budir. El resto no lo podemos destacar. En España se come mucho mejor aunque no quieras, por variedad de platos y calidad de productos.

La gente es muy abierta y simpática. Son muy amables y siempre tienen una sonrisa. Todo el mundo nos ha atendido estupendamente. Un poco de este caracter también nos gustaría llevarnos a España para repartir. Lo cierto que es que solo con pasar unos días aquí, algo te cambia....

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